Piden reformar política económica (Reforma 22/03/11)
América Latina Moody's Analytics sugirió que se revise el objetivo de inflación de 3 por ciento del Banco Central Ernesto Sarabia Ciudad de México (22 marzo 2011).- La economía mexicana necesita ser modernizada, vía reformas que produzcan cambios en la estructura y en las instituciones, y demanda cambios de enfoque en la política económica, es decir, adaptaciones de la política monetaria y fiscal, aseguró Alfredo Coutiño, director para América Latina Moody's Analytics. "México requiere Reformas, pero también flexibilidad fiscal y monetaria. Crecer más y sostenidamente implica reformar la política económica", dijo. Políticas económicas más flexibles le permitirían poder responder de manera oportuna y en la magnitud necesaria tanto a choques internos como externos. Por un lado, si bien la política monetaria se ha enfocado y ha logrado una gran estabilidad de precios, ésta requiere de una mayor flexibilidad para responder de manera oportuna a situaciones de crisis o emergencia económica, lo cual no implica dejar de ser sana o volver a las desbandadas del pasado. En primer lugar, un banco central con "objetivos de inflación" debería guiar su política bajo el principio de consistencia con la naturaleza monetaria de la inflación. Para Coutiño es fundamental no activar la artillería monetaria ante cualquier repunte inflacionario, sino solo cuando exista suficiente evidencia de que la raíz inflacionaria se encuentra en un exceso de demanda interna generado por una expansión monetaria. "La política monetaria no debería responder ante incrementos de precios internos que obedecen a choques de oferta", dijo, "sobre todo de orden externo como en el caso de los precios internacionales de las materias primas". En segundo lugar, señaló, la política monetaria no debe guiarse por las expectativas inflacionarias, sobre todo cuando dichas expectativas provienen de agentes de una parte especializada del mercado. Esas expectativas no son una buena referencia porque no provienen de formadores de precios en la economía, sino solo de participantes en el mercado. Así, un banco central no debería responder a las presiones de los mercados, ni dejarse contaminar por el pánico inflacionario de los agentes. En tercer lugar, dada la evidencia inflacionaria del País durante casi dos décadas de independencia monetaria, sería saludable discutir la conveniencia del objetivo inflacionario de 3 por ciento. Es indiscutible la gran estabilidad de precios que ha logrado la política monetaria independiente en el País, pero esto no ha sido gratis, opinó. Por un lado, la estabilidad no ha sido acompañada de crecimiento, por la sencilla razón de que la estabilidad no ha sido suficiente para promover ahorro en la economía. Y por otro, pese a todos los esfuerzos estabilizadores, la inflación nunca ha convergido a su objetivo de 3 por ciento, porque la inflación estructural del País es más parecida a 4 por ciento. Para el directivo, la inflación que está libre de la volatilidad y que refleja mejor la estructura del sistema de formación de precios ha sido en promedio de 4.2 por ciento en el periodo de independencia monetaria (1994-2010). Sugirió que con esta evidencia y por sanidad monetaria, bien valdría la pena reevaluar si el objetivo inflacionario de 3 por ciento es el correcto para una economía que aún mantiene sectores protegidos, actividades con poder monopólico, y además precios regulados y administrados que no necesariamente se ajustan con la oferta y la demanda ni con sus referencias internacionales. También un banco central no es menos independiente por el hecho de que tenga una política monetaria con doble objetivo. Cuando se ha logrado una gran estabilidad de precios consistente con la estructura real de la economía, que en el caso de México es una inflación de 4 por ciento, es necesario que la política monetaria le dedique tiempo al objetivo justo de crecimiento económico. La política monetaria uniobjetivo se inventó para épocas y países con persistente inflación alta, porque había que acabar con la raíz monetaria del problema sin importar el crecimiento económico. Pero la estabilidad ya se logró y es necesario adecuar la herramienta monetaria para resolver un problema de optimización entre el máximo crecimiento con el mínimo de inflación. Para que esta adecuación se dé realmente en la práctica, y no solo en el discurso, hay que pedirle a los políticos que le asignen a la política monetaria un mandato doble, según Coutiño. Política fiscal La política fiscal necesita mayor flexibilidad, pues México requiere no solo de una reforma al sistema tributario que eleve la mediocre recaudación, sino también de un mecanismo disciplinario que le permita un manejo fiscal saludable y aumente su poder contracíclico. Una reforma fiscal estaría incompleta si no se acompaña de una disciplina estructural en las finanzas públicas que elimine la incertidumbre fiscal y que genere sostenibilidad de las finanzas en el mediano y largo plazo. Coutiño considera que esto se logra a través de la introducción de una regla fiscal estructural que elimina la volatilidad de las finanzas públicas, al cortar su dependencia tanto del ciclo económico como de los vaivenes en el precio del petróleo. Este mecanismo también le permite al Gobierno aumentar el poder contracíclico de la política fiscal al posibilitar la generación de ahorro público y eficientar el ejercicio del gasto para no dilapidar los ingresos extras del petróleo.
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