¿Por qué se puede crecer sin reformas estructurales? / V (El Financiero 25/03/11) Carlos Alberto Martínez Castillo Viernes, 25 de marzo de 2011 A lo largo de entregas anteriores se ha comentado que el país puede crecer a tasas más altas de lo que lo ha venido haciendo, sin necesidad de seguirse desgastando en el falso debate de las reformas legales estructurales de la economía, las cuales, per sé, no garantizan nada en términos de impulso al desarrollo. Así, la falta de crédito bancario, la existencia de monopolios y oligopolios en sectores estratégicos -servicios financieros, telecomunicaciones y energéticos-, la sobrerregulación del gobierno a la planta productiva y el escaso desarrollo de las comunicaciones y transportes, son realidades que le hacen más daño a la economía y a los mexicanos que la falta de nuevas leyes. Asimismo, el gobierno y sociedad deben arreglar estos temas en lugar de continuar el juego de los reproches y descalificaciones, perdiendo el enfoque en lo realmente importante para crecer: abatir la pobreza y generar más de un millón de empleos que se requieren anualmente. La falta de desarrollo del mercado interno es otra de la realidad que afecta enormemente al crecimiento económico e impide que la calidad de vida de los mexicanos mejore. A raíz de la firma del TLCAN, el país orientó todos sus esfuerzos hacia el mercado externo. Esto ha hecho que México sea un referente de exportación, lo que en sí no es malo. Por el contrario, ha disciplinado a la planta exportadora y nos mantiene como una potencia exportadora. Sin embargo, en los últimos 17 años se ha descuidado seriamente la parte interna. Esta posición nos vulnera de una forma importante ante situaciones de crisis como la que sufrimos en los pasados tres años. Al tener todos los esfuerzos centrados sólo a la exportación de productos y -de manera más específica- a EU, nos ha hecho sumamente dependientes de la economía de nuestro vecino. No aprovechamos adecuadamente la enorme red de tratados de libre comercio que tenemos, 85 por ciento de nuestras exportaciones van a EU. Pero eso no es todo, no sólo enfocamos los principales esfuerzos en el sector externo, sino que lo interno presenta sensibles descuidos. Las cadenas productivas no están debidamente ligadas entre sí, lo que encarece los productos y hace poco competitiva a nuestra economía. Igualmente, no se han hecho suficientes inversiones en ciencia y tecnología que le darían un importante valor agregado a nuestros productos. En lo automotriz, de un parque vehicular de 30 millones de autos, siete millones fueron internados al país ilegalmente con la complicidad del gobierno, que luego los regulariza a cambio de votos. El sector educativo carece de eficacia y está envuelto en la falta de reconocimiento a los maestros y de apoyo para su capacitación, al tiempo que los mantiene inmersos en intereses oscuros con las graves consecuencias que no sólo ellos resienten, sino también toda la sociedad. La falta de desarrollo logístico también es un descuido que cuesta a la economía cientos de millones de pesos. No es posible que los productos tarden en llegar semanas de un lado al otro del país, cuando en los países desarrollados las mercancías recorren todo el territorio nacional en horas. La piratería y la introducción de productos ilegales por toneladas a los ojos de todos lacera la capacidad productiva y desmotiva a los empresarios, que aprecian que en la puerta de la oficina del secretario de Hacienda, encargado de combatir estas prácticas, se venden productos de imitación de marcas mexicanas o traídos al país de forma dudosa. El 50 por ciento del mercado de ropa en México es pirata. Cómo es posible que el país esté repleto de productos de China y otras naciones como contrabando, cómo llegan camiones enteros de estos productos ante la mirada impávida de las autoridades. Combatir esta práctica en nada tiene que ver con reformas económicas como la fiscal, energética o laboral. Es menester aplicar la ley y apoyar a la planta productiva del país. La falta de un auténtica política industrial que motive a la empresa mexicana a través de apoyos vía compras de gobierno, por ejemplo, es algo que se puede ejecutar sin reformas legales. El descuido de la industria nacional es muy claro sin que se aprecie una estrategia para revertirlo. El campo mexicano está penosamente envuelto en la falta de actualización tecnológica, nula eficiencia y preso de actitudes clientelares de manipulación político-electoral. Las Pymes sólo sirven de pretexto discursivo cuando la realidad nos enseña cómo carecen de apoyo no sólo económico, sino de asistencia técnica y estímulo a la producción. Vemos cómo el gobierno tiene la mirada en las elecciones del año entrante sin atender a la educación, la ciencia y tecnología, al campo, a las Pymes y evitar el contrabando. Si esto se mejorara sustancialmente, la economía mexicana crecería de manera importante sin la necesidad del reproche mutuo entre políticos por la falta de reformas. Investigador. Profesor del Tec de Monterrey y las Universidades Iberoamericana y Panamericana
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