Población rural y desarrollo (El Financiero 13/02/12) Araceli Damián Lunes, 13 de febrero de 2012 Durante el siglo XX, México pasó de ser un país predominantemente rural a uno urbano. En 1921 el 70 por ciento de la población vivía en localidades menores a dos mil 500 habitantes, en 2000 el porcentaje era de tan sólo 25.4, y aunque el ritmo de la baja se desacelera desde los años ochenta, el último Censo de Población y Vivienda reporta que 23.2 por ciento de la población total del país vive en estas localidades (ver gráfica anexa). Tenemos que reconocer el valor que ha tenido la población rural en el desarrollo económico registrado en nuestro país entre 1930 y 1980. Ésta nos proporcionó alimentos baratos, que hicieron posible la industrialización al subsidiar indirectamente el costo de la mano de obra, además de que constituyeron una parte fundamental de la fuerza de trabajo barata a través de la migración campo-ciudad. El desarrollo económico agropecuario fue posible, además, por la inversión estatal realizada durante algunos de los gobiernos posrevolucionarios, que dotaron de la infraestructura (presas, caminos, etcétera) que permitió el aumento de la productividad agrícola. Además, durante el periodo presidencial de Lázaro Cárdenas (1934-1940) se intentó crear una clase media rural, mejorando las condiciones de vida en el campo. Como plantea Cynthia Hewitt de Alcántara, durante el sexenio de Cárdenas los beneficiados por la reforma agraria pasaron de 31 a 42 por ciento de la población nacional, se creó el Banco Nacional de Crédito Ejidal, se promovieron programas productivos, se crearon seguros para la producción agrícola y fondos ejidales para la construcción de escuelas, baños públicos, teatros, molinos de nixtamal... ("Ensayo sobre la satisfacción de las necesidades básicas en México, 1940-1970", en Marc Nerfin, comp., 1978, Hacia otro desarrollo: enfoques y estrategias, México, Siglo XXI Editores, pp. 177-272). Adicionalmente se llevaron a cabo campañas masivas de alfabetización y se crearon escuelas regionales agrícolas. No podemos desconocer que esta etapa coincide con la del desarrollo acelerado del capitalismo mundial, lo cual aumentó la demanda de productos a nivel internacional. El nivel de vida de la población mexicana aumentó de manera sustantiva: como observaba el economista Raymond Vernon, los habitantes pobres del campo pudieron usar zapatos, y las bicicletas se volvieron comunes en aquellas áreas rurales donde habían sido unas rarezas. Al parecer las políticas impulsadas por Cárdenas tuvieron un fuerte impacto en la permanencia de población en las zonas rurales, ya que la proporción de los que habitaban en este tipo de localidades se redujo muy lentamente entre 1930 y 1940 (de 69.5 a 64.9 por ciento). Desde este último año se da una elevada migración a las ciudades, que ofrecían mayores oportunidades de empleo. La inmunización en masa redujo las tasas de mortalidad, lo que trajo consigo un acelerado crecimiento de la población rural, provocando un desequilibrio entre tierra cultivable y presión demográfica. El aumento en la productividad agrícola redujo la demanda de mano de obra, lo cual estuvo aunado a la insuficiencia del reparto agrario, que según Hewitt consistió la mayor parte en reparto de tierra no cultivable. Esto contribuyó al éxodo masivo campo-ciudad, lo cual refleja el fuerte descenso de la población rural entre 1940 y 1980 (de 64.9 a 29.6 por ciento en 1980, ver gráfica). De acuerdo con algunos autores, la migración tuvo un fuerte componente circular, es decir que había población que retornaba a las zonas de origen, sobre todo en regiones donde la composición del empleo urbano-rural lo permitía. El Bajío puede ser un buen ejemplo (ver Landy Sánchez y Edith Pacheco, 2011, "Rural Population Trends in Mexico: Demographic and Labor Changes", en László J. Kulcsáry Katherine J. Curtis, eds., International Handbook of Rural Demography, Spriger). En los años setenta, como consecuencia del debilitamiento económico, pero sobre todo a partir de la crisis de la deuda en los ochenta, las ciudades dejaron de ser los grandes polos de atracción y la migración hacia Estados Unidos empieza a tener un papel protagónico. Con datos oficiales se calcula que ésta pasó de 235 mil personas al año en los ochenta a 460 mil en la última década del siglo pasado, aunque Julio Boltvinik ha estimado que pudo haber llegado hasta un millón de personas al año. Las consecuencias del acelerado despoblamiento rural son graves en tanto que la mano de obra agrícola y la inversión en el campo son factores fundamentales para alcanzar la soberanía alimentaria, aspecto que ni siquiera visualiza el PRIAN en la actual encarnizada lucha por la presidencia.
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El Colegio de México
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