Tragedia griega (El Financiero 14/06/10) Ignacio Beteta V. Lunes, 14 de junio de 2010 Sin duda, mayo de 2010 será un mes negro en el mundo de los mercados globales que se recordará históricamente. Grecia, Portugal y España son las economías clasificadas como las más grandes que entran a la zona euro, al adoptar esta moneda como la de curso legal y comprometerse a guardar una política financiera sana. Era necesario que los países recientemente adheridos al club del euro mantuvieran sus políticas alineadas a las de economías más fuertes como Alemania, Francia e Italia, de acuerdo con el Tratado de Maastricht firmado en 1992. Desafortunadamente, la recesión mundial de 2008 se tradujo en un elemento que desestabilizó las finanzas públicas de todos los países del orbe, que se reflejó de manera inmediata en un mayor déficit fiscal. El caso de Grecia es aún más significativo, ya que antes de la crisis, no sólo presentaba oficialmente el mayor déficit fiscal de este grupo de economías, sino que además mintió al esconder el tamaño de ese desequilibrio. Adicionalmente, creció el nivel de deuda pública respecto de su PIB, para llegar a superar 115 por ciento, cifra que se compara desfavorablemente con la de Alemania y Francia, que ascienden a cerca de 75 por ciento. En el caso de Grecia, al tener el euro como moneda, no puede devaluarlo frente al resto de los países de la eurozona ni imprimir billetes para cubrir su déficit fiscal. Consecuentemente, el ajuste financiero se tiene que hacer mediante la disminución de los salarios nominales, del gasto público e incremento de impuestos, todas éstas, medidas altamente impopulares. En un mundo globalizado, existen mecanismos de transmisión que propagan el riesgo a los mercados financieros en todo el orbe, resultado de que los grandes fondos de inversión poseen, directa o indirectamente, parte de los bonos de la economía de estos países, ya sea por haberlos adquirido directamente o en instrumentos que previamente los habían incorporado como parte de sus activos. El clima de riesgo que ha afectado a los mercados mundiales se ha manifestado en los siguientes hechos: Mercados financieros que se caracterizan por su constante volatilidad, peculiaridad con la que se deberá aprender a vivir. Debilitamiento del euro ante el dólar, la moneda de refugio preferida en el mundo en momentos de incertidumbre, lo que tiene implicaciones diversas para todos los países que conforman al euro y para aquellos ligados al dólar. Esto significa que las economías del mundo están sujetas a la interrelación del riesgo y de la volatilidad financiera internacional. En el caso de México, esto se traduce en un fortalecimiento del peso ante el euro, pero en un escenario de volatilidad ante el dólar derivado de una percepción de mayor riesgo en los mercados financieros del mundo. De la "tragedia griega" se desprenden dos reflexiones: La primera, Grecia será sin duda un caso al que se le deberá dar seguimiento puntual del costo de un programa de ajuste, donde la recuperación de esa economía tendrá en su contra no poder adoptar medidas tradicionales, como devaluar su moneda para estimular su sector exportador, pero contará con una moneda sólida y bajas tasas de interés para estimular la inversión sin riesgo de pérdida cambiaria. La segunda, la interrogante hacia el mundo financiero acerca de si estas heridas en el sistema de pagos internacional serán recordadas en épocas de crecimiento y euforia crediticia, o si se volverán a cometer grandes errores. Por lo pronto, adaptémonos a vivir en un mundo financiero volátil.
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