Aumento del hambre en México (El Financiero 06/12/10)

Aumento del hambre en México (El Financiero 06/12/10)

Araceli Damián*

Lunes, 6 de diciembre de 2010

En los "festejos" de su cuarto año de gobierno, Felipe Calderón señaló que la pobreza en México había aumentado, pero lo atribuye a la gravedad de la crisis internacional, sin reconocer que él es responsable de la falta de acciones concretas para evitar que la pobreza y, en particular, el hambre crezcan en nuestro país, especialmente en las crisis.

 

El aumento del hambre quedó constatado en el estudio «La niñez y la adolescencia en el contexto de la crisis económica global: El caso de México», publicado recientemente por el Coneval (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social) y Unicef (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia).

 

De acuerdo con las cifras, entre 2008 y 2009 la inseguridad alimentaria severa en hogares con menores de 18 años de edad pasó de 8 a 17 por ciento, y la moderada de 13 a 16 por ciento.

 

El trabajo retoma la definición de estratos de inseguridad alimentaria definidos por el Coneval: severa, moderada y leve. La escala fue construida con preguntas incorporadas a la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) desde 2008 e incorpora una encuesta levantada por ambos organismos durante los peores momentos de la crisis, la cual contiene esas preguntas.

 

Las preguntas, más que referirse a un concepto de "seguridad", tratan de identificar el grado de privación alimentaria en los hogares debido a la falta de dinero o recursos.

 

Se indaga si por esta razón se quedaron sin comida; si sus integrantes tuvieron una alimentación poco variada; si comieron menos de lo necesario; si se disminuyeron las cantidades servidas en la comida; si alguno de sus miembros sintió hambre pero no comió o no hizo una comida y alguno de ellos dejó de comer durante todo el día.

 

Para construir el indicador se hizo el doble de preguntas en los hogares con menores de cero a 17 años de edad que en el resto (12 frente a seis), con el fin de diferenciar, en la mayoría de las preguntas, si las carencias eran padecidas por los mayores y/o los menores de 18 años de edad.

 

Cabe recordar que la inseguridad alimentaria es uno de los ocho indicadores con que se calcula la pobreza multidimensional definida por el Coneval para cumplir con el mandato de la Ley General de Desarrollo Social.

 

Los académicos de este organismo sólo incluyeron en el cálculo de la pobreza la inseguridad alimentaria severa y moderada, dejando de lado la "leve", reduciendo así el porcentaje de pobres.

 

Pero con ello implícitamente supusieron que la atención a la inseguridad alimentaria "leve" es irrelevante en materia de política social, no obstante que en momentos de crisis, como los vividos en 2009, puede profundizarse.

 

Asumieron así una posición en que consideran que la función de la política social es curativa y no preventiva. No sorprende entonces que el hambre aumente de manera tan importante en las crisis.

 

Por otra parte, la definición de la inseguridad alimentaria tiene otro problema: el grado de intensidad, al haber sido establecido con base en el número de respuestas afirmativas sobre privacidad (por ejemplo, en la severa se encuentran los hogares con menores de 18 años de edad que respondieron afirmativamente a ocho de las 12 preguntas incluidas), pasa por alto el contenido de algunas preguntas que indican una carencia alimentaria severa, pero que son insuficientes en sí mismas para denotar ésta.

 

Así, mientras que el grado más agudo de inseguridad representó 8.4 por ciento de la población en 2008, 9.7 por ciento de la población vivía en hogares en los que por falta de dinero o recursos se quedaron sin comida, además de que 13.1 por ciento habitaba en los que algún adulto pasó hambre pero no comió.

 

El cuadro anexo muestra la inseguridad alimentaria total en nuestro país en 2008, la cual representaba 45.7 por ciento del total de población, porcentaje que pudo sobrepasar el 50 por ciento en 2009 si nos atenemos a los resultados del estudio de Unicef-Coneval referido a la niñez.

 

En este estudio también se detectaron otros problemas económicos que se agudizan durante la crisis: el porcentaje de hogares que tuvo dificultades para enviar a los niños a la escuela pasó de 20 a 27 por ciento; el de los que las tuvieron para comprar ropa y zapatos para los menores, así como para pagar luz, agua, teléfono, renta o algún otro servicio en el hogar pasó de 33 a 50 por ciento.

 

Es claro que el modelo económico adoptado en México desde hace tres décadas ha sido un fracaso para superar las enormes carencias de la población, y los gobiernos han sido incapaces de crear condiciones para lograrlo. Necesitamos un cambio profundo.

 

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