La pobreza de tiempo (El Financiero 29/08/11)

La pobreza de tiempo (El Financiero 29/08/11)

Araceli Damián

Lunes, 29 de agosto de 2011

En los últimos años se ha modificado el comportamiento de los hogares con relación al trabajo, el estudio y el hogar. Algunos de estos cambios pueden tener efectos positivos en la pobreza de tiempo, pero otros pueden agravarla.

 

Pocos autores han realizado propuestas para medir la pobreza de tiempo. Casi siempre establecen medidas que dependen del tiempo dedicado a trabajo extradoméstico y el requerido para el doméstico y el cuidado de menores.

 

Aunque la mayoría considera un tiempo para el descanso, se asume que los individuos son máquinas de trabajo y pasan por alto el tiempo necesario para el ocio (en su sentido clásico, es decir el tiempo para estudiar, filosofar, para la música, la poesía, el arte y, más recientemente, para la recreación).

 

También se considera que la presencia de menores en el hogar restringe la participación laboral de los adultos, sobre todo de las mujeres, y se asume que a partir de ciertas edades (tres años en adelante) los menores van a la escuela y liberan tiempo de los adultos para trabajo extradoméstico. En cuanto al doméstico establecen normas de tiempo necesario, generalmente escasas, que varían de acuerdo al tamaño del hogar.

 

En México sólo existe una propuesta para medir la pobreza de tiempo. Ésta fue elaborada por Julio Boltvinik, y a contracorriente del pensamiento convencional, asume que las personas tienen derecho al tiempo para el ocio. El autor supone, además, que la disponibilidad de tiempo de los adultos para el trabajo extradoméstico no sólo depende de la presencia de menores, sino también de la asistencia a la escuela (tanto de los menores como de los adultos) y de los requerimientos de trabajo doméstico.

 

Para determinar el tiempo necesario para realizar este último, se toma en cuenta si los hogares disponen de equipo ahorrador de trabajo doméstico (vehículo, refrigerador, lavadora, etcétera), si tienen que acarrear agua y si los menores de hasta diez años de edad asisten a la escuela, suponiendo que es hasta esta edad que requieren la presencia constante de un adulto.

 

En lo que respecta al tiempo libre considera que las personas de 16 años o más de edad pueden trabajar (doméstica y/o extradomésticamente) y/o estudiar hasta 48 horas a la semana (incluyendo tiempo de transporte).

 

Como mencionábamos, en México se ha modificado el comportamiento de los hogares en torno a las variables que afectan la pobreza de tiempo. Por ejemplo, ha aumentado la asistencia a la escuela de los menores, lo que libera tiempo de los adultos para el trabajo, y ha aumentado la participación laboral femenina.

 

Así tenemos que el porcentaje de población que asiste a la escuela y que tiene entre tres y 18 años de edad aumentó de 67.2 a 82.7 por ciento entre 1994 y 2010, según la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares. Esto se debe sobre todo a lo observado en el rango de tres a seis años de edad, cuya asistencia casi se duplica (de 39.5 a 78.7 por ciento) debido a que el nivel de preescolar se volvió obligatorio. La asistencia a la escuela de la población de siete a 12 años de edad casi no cambia (pasa de 95.3 por ciento en 1994 a 97.8 por ciento en 2010), mientras que la de la población de 13 a 15 años de edad avanza de manera importante (de 72.2 a 85 por ciento).

 

Para los de 16 a 18 años de edad, que ya son considerados como disponibles para el trabajo, también aumenta la asistencia escolar de manera importante (40.6 a 56 por ciento), lo cual provoca mayor escasez de tiempo a nivel del hogar.

 

Otro aspecto que aumenta la escasez de tiempo es la mayor participación de las mujeres (de 12 o más años de edad) en la actividad económica, que pasó de 32.9 a 40 por ciento entre 1994 y 2010. Además, el número promedio de horas trabajadas a la semana se incrementó de 38.3 a 40.

 

Estos dos últimos aspectos tuvieron el mayor impacto en la pobreza de tiempo, que aumentó de 44.2 por ciento en 1994 a 50.3 por ciento en 2010 (ver gráfica). Ello muestra que avances en unos aspectos del bienestar pueden derivar en el detrimento de otros, siendo necesario que las medidas de pobreza capturen estas interacciones y esta diversidad.

   

araceli.damiang.org

 

El Colegio de México