Los niños y las crisis (El Financiero 01/06/09)

Los niños y las crisis (El Financiero 01/06/09)

Araceli Damián *

Lunes, 1 de junio de 2009

En todo el mundo los niños se ven más afectados por la pobreza que los adultos. El problema se debe, entre otros factores, a que los pobres tienden a tener, en promedio, un mayor número de hijos que las clases medias y altas. En hogares con hijos pequeños, por lo general, las mujeres tienen mayores restricciones para participar en el mercado laboral, lo que reduce sus posibilidades de generar ingresos.

 

Veamos los niveles de pobreza en México por el MMIP (Método de Medición Integrada de la Pobreza), que incluye en su cálculo las variables de ingreso; de necesidades básicas (como educación, vivienda, etcétera) y de tiempo disponible para trabajo doméstico, extradoméstico, educación y recreación.

 

En 2006, un tercio de los menores de hasta 18 años de edad eran indigentes (que satisfacen las normas en menos de 50 por ciento), frente a 21 por ciento en la población adulta, y la pobreza ascendía a 80.6 por ciento frente a 64.5 por ciento (ver cuadro anexo).

 

La pobreza e indigencia entre los menores seguramente se ha incrementado ante la contracción del Producto Interno Bruto (8.2 por ciento en el primer trimestre de 2009 comparado con el correspondiente a 2008), el aumento en el desempleo (que alcanzó 5.1 por ciento en el mismo trimestre) y el alza en los precios de los alimentos.

 

Considerando únicamente la reducción del PIB y la inflación tenemos que a abril de 2009 la indigencia se eleva de manera dramática, pero sobre todo la de los menores de 18 años, que llega casi a 50 por ciento, mientras que entre los mayores de 18 años alcanza a un tercio de su población. La pobreza también aumenta, pero no de manera tan drástica (ver cuadro).

 

El discurso oficial está cargado de un supuesto reconocimiento de la importancia de mantener en buen estado la salud de los menores de edad. Sin embargo, en la práctica se hace muy poco. Hasta el momento no se ha hecho algo para evitar que aumente el hambre y la desnutrición entre los niños como consecuencia de la crisis. El daño en el desarrollo físico y la capacidad cognitiva provocados por hambre puede causar daños irreversibles.

 

En principio, no se ha modificado la política social de atención a los menores que se basa en el programa Oportunidades. Además, éste sigue siendo un programa con elevados errores de focalización. En 2006, del total de pobres de capacidades (supuesto universo de atención del programa), 56.5 por ciento no recibían beneficio alguno. La mayoría de los que quedan fuera del programa se ubican en las localidades urbanas, que se han visto más fuertemente afectadas por la reducción del empleo y la crisis que ahora nos afecta.

 

Por otra parte, los hogares con hijos más pequeños (de entre cero y siete años de edad), que normalmente son los más pobres de los pobres, reciben un subsidio mucho menor que el resto de los beneficiarios. Actualmente el apoyo alimentario, único beneficio en efectivo que reciben este tipo de hogares, asciende a 370 pesos al mes (12.3 pesos diarios), monto que supuestamente incluye el aumento por la elevación del costo de alimentos y energéticos.

 

Por otra parte, entre legisladores del PRI encontramos propuestas retrógradas. En estos momentos de tormenta los senadores Mario López Valdez y Adolfo Toledo Infanzón han propuesto criminalizar la pobreza de los niños, con el apoyo de la derechista Asociación Nacional de Padres de Familia.

 

En la iniciativa se propone obligar a que los gobiernos de estados y municipios lleven a centros de atención social a los niños que trabajan en la calle, lo que significaría separarlos de sus padres; de no hacerlo, los servidores públicos tendrían una multa de cinco mil pesos (The News, 21/mayo/2009).

 

Todo mundo sabe que en las crisis las familias acuden a infinidad de "estrategias" de sobrevivencia. Una de ellas es el trabajo infantil en la calle. Según la última encuesta de empleo infantil levantada entre octubre y diciembre de 2007 (cuando la crisis todavía no se resentía en la economía), de la población de cinco a 17 años de edad, 3.6 millones trabajaban, 2.6 millones lo hacían en actividades no agropecuarias, la mayoría (1.8 millones) en el comercio y los servicios. De estos últimos, probablemente la mayoría trabajaban en la calle, aunque no hay datos al respecto.

 

La pobreza de esos niños no se resolverá enviándolos a instituciones cuyos recursos son magros y en los que el trato hacia ellos deja mucho que desear. Ante tales acciones resulta casi imposible entender cómo la gente puede pensar en darle su voto al PRI, aunque se puede decir lo mismo por el PAN, ya que son casi lo mismo.