¿Ya salimos de la crisis? (El Financiero 05/10/09)

¿Ya salimos de la crisis? (El Financiero 05/10/09)

Araceli Damián*

Lunes, 5 de octubre de 2009

Algunos gobiernos y organismos internacionales han anunciado el fin de la crisis. Las bolsas de valores de casi todo el mundo han recuperado gran parte de las pérdidas sufridas y el ambiente de negocios muestra que éstas seguirán al alza, impulsadas por la millonaria ayuda gubernamental a bancos y empresas quebradas.

 

De esta forma, el capital, sobre todo el financiero, coludido con los gobiernos, ha estafado una vez más al mundo en nombre de la estabilidad económica mundial, haciendo que los contribuyentes comunes paguen el costo de sus platos rotos.

 

Ante tal "recuperación" se han dejado de contar (o han pasado a un lugar muy secundario) las innumerables víctimas del tsunami económico provocado por ellos: desempleados, hogares sin casa, familias destrozadas por problemas económicos, migración económica forzada, etcétera.

 

Gran parte de los afectados no recuperará, por años, el bienestar perdido, como queda demostrado al observar las tendencias del desempleo provocadas por las distintas crisis ocurridas desde los años setenta del siglo pasado hasta nuestros días.

 

Tomando los datos para Estados Unidos (ver gráfica anexa), en los primeros cuatro años de la década de los setenta la tasa de desempleo fluctuó entre 4 y 6 por ciento, pero como consecuencia del primer shock por el alza de los precios del petróleo, la tasa llega a 9 por ciento en 1975, y aunque en 1978 había bajado de nuevo a los niveles de inicios de la década, con el segundo shock del petróleo inicia de nuevo su ascenso, que se prolonga hasta 1983 (con tasas mayores a 10 por ciento) debido al estancamiento económico de los países más desarrollados y la crisis de la deuda de los países "subdesarrollados".

 

A finales de los ochenta otra crisis de los mercados provocó de nuevo el incremento en el desempleo, y aunque a partir de 1993 se observa un descenso constante de éste, fue hasta 1999 que bajó a 4 por ciento, nivel que tenía a inicios de los años setenta. No obstante, la crisis financiera de 2000, provocada por la ruptura de la burbuja informática, volvió a poner de relieve la fragilidad del sistema y sus efectos perniciosos en el desempleo.

 

Si bien en casi toda la década de los noventa el desempleo tendió a bajar, ello se debió a que en Estados Unidos se generalizó la estrategia 7/24, es decir que los negocios dan servicio los siete días a la semana las 24 horas del día, lo que permitió absorber mano de obra, que de otra forma hubiera engrosado las filas del desempleo.

 

Una de las particularidades de la actual crisis es que en ningún otro periodo se había dado un crecimiento tan pronunciado del desempleo (ver gráfica). De agosto de 2007 al mismo mes de 2009 la tasa de desempleo creció cinco puntos porcentuales (de 4.7 a 9.7 por ciento); en cambio, en las crisis anteriores el alza siempre fue menor a 4 puntos porcentuales.

 

Además, aun cuando los años setenta y ochenta fueron de gran inestabilidad económica, en 12 años (de agosto 1970 a agosto 1982) la tasa de desempleo se incrementó (con altibajos) en menos de 5 puntos porcentuales (de 5.1 a 9.8 por ciento).

 

La estabilidad económica actual es muy frágil y no es claro cuándo se recuperará el empleo y qué tipo de empleos se generarán, dado que existía ya una tendencia a la precarización del trabajo antes de la crisis.

 

Desde los años noventa era muy evidente que las empresas estaban adoptando de manera generalizada la subcontratación y la reingeniería productiva, que provoca reducciones drásticas del personal estable y con prestaciones.

 

André Groz (Miserias del presente, riquezas de lo posible, Paidós, 1998) describe muy bien este proceso, conocido como toyotismo (por la empresa Toyota), en el que se combinan formas de organización productiva orientales y occidentales, conservando los rasgos más explotadores de ambos sistemas, mediante la externalización de tareas específicas hacia empresas más pequeñas, que emplean a trabajadores con salarios y prestaciones más bajos que los de la firma "madre". Las empresas subcontratadas quedan totalmente subordinadas a ésta, soportando las fluctuaciones de la demanda y pagando a sus trabajadores de manera irregular, a destajo y en condiciones laborales muchas veces de alto riesgo.

 

En cuanto a la reingeniería de los servicios explica que se da la externalización de las tareas, pagando con base en el número de diligencias realizadas u horas trabajadas, de acuerdo con las necesidades de la empresa.

 

Gorz ejemplifica este proceso con los contratos en los servicios postales y educativos franceses, en los que un tercero asegura al trabajador un número de horas a laborar en mes o año, a condición de que esté disponible para ser llamado a cualquier hora y fecha. Seguramente estas tendencias se recrudecerán so pretexto de recuperar las ganancias perdidas con la crisis.