Trabajo, empresa y formación (El Financiero 08/10/09)

Trabajo, empresa y formación (El Financiero 08/10/09)

Carlos Ruiz González

Jueves, 8 de octubre de 2009

Cuando hablamos de empresa, pensamos en seguida en una organización (que puede bien ser desde una corporación hasta una non-profit) dedicada a producir bienes y/o servicios que venden a sus clientes para satisfacer ciertas necesidades de la sociedad, y en el proceso generar utilidad (valor económico agregado, dirían los economistas); esta utilidad, definida en términos simples, como la diferencia entre precio de venta y costos, les permite reinvertir para crecer y/o dar dividendos a los accionistas.

 

Al pensar así (y no es erróneo hacerlo) dejamos en segundo término un aspecto muy importante: la empresa es también el lugar donde las personas trabajan, y aunque hay muchas personas que lo hacen sin estar adscritos de manera oficial, la mayoría trabajamos como empleados de una empresa o de una organización.

 

Quienes trabajan en una empresa dedican la mayor parte de su tiempo a hacerlo y el trabajo se vuelve entonces una actividad que nos ocupa mucho. Se trata de una actividad que nos "forma", es decir, nos permite adquirir conocimientos pero también habilidades, y además, como comentaremos adelante, diríamos que casi nos obliga a desarrollar capacidades que, bien llevado el proceso (éticamente, diríamos) nos transforman en mejores personas.

 

Al emprender o hacer algo, quien trabaja aprende, adquiere conocimientos, por muy elementales que sean, y conforme va aprendiendo se va volviendo más instruido. Empieza a saber acerca de sus herramientas, de los materiales que utiliza, de las máquinas o artefactos que le ayudan a realizar su labor, etcétera.

 

Además, el trabajo requiere que quienes lo desempeñen desarrollen habilidades que, según el Diccionario de la Real Academia Española, son "cada una de las cosas que una persona ejecuta con gracia y destreza". Aprende a operar distintos tipos de máquinas o accesorios, aprende a ejecutar rutinas y a veces hasta a plantearse problemas y solucionarlos.

 

El trabajo también le permite no sólo convivir con otros sino trabajar en equipo buscando sinergias, complementariedad y eficacias que difícilmente podría lograr trabajando solo. Este trabajo en equipo le permite también conocer a las personas, ayudarles (y dejarse ayudar), y bien manejado puede ser un ejercicio de socialización muy importante.

 

Quien también trabaja adquiere y hasta perfecciona capacidades (definidas según la RAE, como "Aptitud, talento, cualidad que dispone a alguien para el buen ejercicio de algo"). Estas capacidades son la base de creación de riqueza de las empresas, y operadas estratégicamente pueden volverse ventajas competitivas.

 

Finalmente, si el ambiente de trabajo es bueno, quien trabaja va adquiriendo hábitos operativos buenos, conocidos como virtudes, y así observamos que puede volverse laborioso, ordenado, disciplinado, fuerte, alegre y hasta prudente.

 

Podemos afirmar entonces que quien trabaja no va simplemente a obtener un salario que le permita satisfacer sus necesidades y las de su familia. Normalmente se piensa que ése es el principal objetivo de quien trabaja pero, aunque es un factor importante, sería simplificar demasiado o hasta miope pensar que un salario es lo único que obtiene.

 

Aquí hay un importante mensaje para las empresas. Si se dan cuenta de todo lo que significa el trabajo para quienes lo llevan a cabo, y considerando esta importancia, vuelven sus empresas en lugares donde haya una buena cultura y clima donde los trabajadores puedan aprender y aportar con gusto y satisfacción, serán capaces de tener una fuerza laboral competente, responsable y fiel que les permitirá contar con una valiosa ventaja competitiva.

 

Es importante entonces considerar siempre que, dado que el trabajo forma al hombre, la empresa se vuelve un lugar privilegiado; un lugar donde se aprende a ser mejor, una "escuela" de hábitos operativos buenos, donde los trabajadores, mediante el trabajo, crecen y se desarrollan, volviéndose mejores personas.

   

*Profesor del Área de Política de Empresa (Estrategia y Dirección) y director del Programa de Alta Dirección (AD-2) en el Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa (IPADE)

   

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