Desempleo y crisis (El Financiero 23/11/09)

Desempleo y crisis (El Financiero 23/11/09)

Araceli Damián*

Lunes, 23 de noviembre de 2009

Es claro que las secuelas más agudas de la crisis las estamos viviendo ahora, en 2009. Los datos son contundentes: el PIB se contrajo 8.1 por ciento en los primeros nueve meses del año; además, la baja registrada en el segundo trimestre (10.1 por ciento) fue más profunda que la observada en los momentos más difíciles de la crisis de 1995 (8.8 por ciento en el mismo trimestre).

 

Aunque la inflación no ha sido tan alta como entonces, el alza en los precios de los alimentos ha continuado estando por arriba de la inflación, por lo que la pobreza se ubicará en niveles similares a los de finales de la década pasada, es decir cerca de 80 por ciento de acuerdo con el MMIP (Método de Medición Integrada de la Pobreza), y la indigencia (o pobreza extrema) en 30 por ciento.

 

Es notable ya el impacto negativo en los niveles de vida en algunas regiones del país debido a la reducción del flujo de remesas.

 

De acuerdo con algunos reportes periodísticos, existen indicios de que algunas familias están enviando dinero hacia Estados Unidos, para evitar que los migrantes regresen y puedan hacer frente a la falta de empleos en el otro lado. Por tanto, migrar al país vecino se ha vuelto poco redituable.

 

De hecho, según el doctor Jorge Arzate, profesor de la Universidad Autónoma del Estado de México (quien participó en un seminario sobre "política social en México" celebrado la semana pasada en la Universidad Iberoamericana de León Guanajuato), en las zonas rurales de esa entidad se observa ya a jóvenes que han regresado de EU a sus comunidades de origen, sin que exista la posibilidad de que encuentren empleo. Ante este panorama, el desempleo en México se ha agravado de manera acelerada.

 

Según el INEGI, en el tercer trimestre de 2009 el desempleo alcanzó 6.24 por ciento. El fracaso del modelo exportador neoliberal se vuelve evidente al mirar las cifras por entidad federativa; son el norte de México y las entidades con vocación exportadora las que muestran las tasas de desocupación más altas y los incrementos más pronunciados. Coahuila y Chihuahua encabezan la lista de desempleo abierto, con una tasa de 9.72 por ciento.

 

No obstante, el desempleo está afectando a las zonas industriales del país en general, algunas de ellas desarrolladas durante el periodo de sustitución de importaciones, como el Distrito Federal (8.67 por ciento), Nuevo León (8.49) y Querétaro (8.18). Vale la pena destacar que sólo en el DF existe seguro de desempleo, lo que lo coloca como líder en política social en México.

 

Por otra parte, entre el segundo y tercer trimestre de este año se nota un cambio en la tendencia del desempleo. Hasta el segundo trimestre había aumentado más rápidamente entre hombres que entre mujeres; la tasa de éstos había pasado de 3.3 a 5.4 por ciento, y para las mujeres de 3.9 a 4.8, entre el segundo trimestre de 2008 y el correspondiente a 2009. Pero para el tercer trimestre de este año se observa un crecimiento muy pronunciado del desempleo en las mujeres, llegando a 6.9 por ciento, frente a 5.9 para los hombres.

 

Esta súbita alza se debe a un desplazamiento de más de 650 mil mujeres que hasta el segundo trimestre de este año se habían declarado inactivas, pero disponibles para trabajar si se les ofreciera un empleo (pero que, al no encontrarlo, lo dejaron de buscar). La probabilidad de que éstas hayan encontrado trabajo es relativamente baja, ya que el número de desempleadas creció más que el de las ocupadas (471 mil frente a 461 mil).

 

Por otra parte, si recalculamos la tasa de desempleo, incorporando en ésta los inactivos pero disponibles para trabajar, tanto varones como mujeres, tenemos que el desempleo llegó a 16 por ciento en el tercer trimestre de 2009, lo que representa que 8.4 millones de personas no tuvieran empleo en nuestro país. El desempleo calculado de esta forma revela que la tasa es mucho más alta para las mujeres (23 por ciento) que para los hombres (11).

 

Como en las crisis económicas de los ochenta y los noventa, el comportamiento diferencial de los miembros del hogar ante la crisis empieza a reflejarse en los datos agregados de empleo. En primer lugar, la tasa de participación laboral de los varones disminuye; en este caso pasó de 78.5 por ciento en 2008 a 77.4 en 2009.

 

Lo anterior se debe a que muchos hombres no se declaran desempleados, aunque lo sean, por pena o desánimo. Si bien en lo que iba de la década se había observado una reducción de la participación masculina (en el tercer trimestre de 2001 era de 79.5 por ciento) fue en el último año cuando registró la mayor disminución.

 

En cambio, las mujeres durante las crisis, por la reducción del ingreso, intentan participar activamente en el mercado laboral. De esta forma, la tasa de participación aumentó de 41.4 a 43.1 por ciento del tercer trimestre de 2008 al correspondiente de 2009. Si bien también se venía observando un aumento paulatino de su incorporación al mercado laboral, el último año creció de manera muy notable (en el tercer trimestre de 2001 era de 37.7 por ciento).

 

Pero el éxito del esfuerzo de las mujeres al incorporase al mercado laboral no compensa la caída del ingreso causada por la pérdida de trabajo, sobre todo cuando son varones jefes de hogar o principales proveedores los que se quedan sin empleo, ya que el ingreso de las mujeres tiende a ser menor. Además, como vimos, una buena parte de ellas se quedan desempleadas o simplemente desplazan a algún otro ocupado.

 

Lo anterior muestra la clara urgencia de un seguro de desempleo en el país. El Ejecutivo y Legislativo federal tienen la responsabilidad de establecer este tipo de medidas. Basta ya de reparto de botines. La sociedad requiere medidas efectivas para salir de la crisis.