El hambre en México (El Financiero 07/11/11)

El hambre en México (El Financiero 07/11/11)

Araceli Damián

Lunes, 7 de noviembre de 2011

El hambre es un estado severo de falta de alimentación, que ocasiona sufrimiento y enfermedad física, moral y mental, que deteriora la condición humana, no sólo al organismo, sino una de las capacidades más nobles del ser humano: el raciocinio. Cuando no es muy aguda, el hambre mata, pero lentamente.

 

Aunque algunos estudios han tratado de demostrar que los individuos que padecen hambre por periodos largos ajustan su forma de vida para reducir al máximo el consumo de energía, en realidad esta capacidad es muy limitada.

 

De acuerdo con estudios realizados por expertos en el tema, alrededor de 80 por ciento de los requerimientos calóricos se consume para desarrollar la actividad basal del organismo en reposo (respirar, digerir, latir el corazón, ir al baño, etcétera), y el restante 20 por ciento se utiliza para caminar, trabajar, estudiar, etcétera.

 

Bajo el minimalismo de quienes establecen desde una ideología de derecha políticas de "ayuda" a los pobres está el supuesto de que éstos se acostumbran a comer poco (o a malcomer). Así sucedió en México en el sexenio pasado, cuando se establecieron tres líneas de pobreza: alimentaria, de capacidades y de patrimonio. A la opinión pública se le hizo creer que la primera línea corresponde a la población que padece hambre, lo cual es falso, ya que la pobreza alimentaria es mucho más extensa que lo que dicha línea mide, como veremos.

 

Según los encargados de medir la pobreza oficial, los hogares cuyo ingreso es menor al costo de una canasta normativa alimentaria (CCNA) eran pobres alimentarios. Supusieron que para no morir de hambre esos hogares podían destinar todo su ingreso a alimentos, pero pasaron por alto que ello implicaba que los tenían que comer crudos, con las manos, desnudos, sentados en el suelo a la sombra de un árbol (o bajo el farol de la calle). Cínicamente afirmaron que sus "preferencias" los llevaban a destinar parte de su ingreso a otros rubros, por lo que presentaban un "déficit" de gasto en alimentos.

 

Según este método -utilizado por el Coneval (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social)- la pobreza "alimentaria" afectaba a 24.1 por ciento de la población en 2000: 12.5 por ciento en lo urbano y 42.4 por ciento en lo rural (ver gráfica anexa). Los porcentajes se habrían reducido de manera importante para 2006 (en alrededor de 40 por ciento), quedando la "pobreza alimentaria" en 13.8 por ciento a nivel nacional: 7.5 por ciento en lo urbano y 24.1 por ciento en lo rural.

 

Con la carencia producida por el alza en los precios de los alimentos y la posterior crisis económica mundial, para 2010 la pobreza habría aumentado, sobre todo en lo urbano (12.6 por ciento). A nivel nacional el nivel era más bajo que en 2000 (18.8 por ciento), debido a que en lo rural la pobreza alimentaria, aunque crece, se queda muy por debajo de lo observado en el primer año (28.3 por ciento).

 

Una forma alternativa de medir la carencia alimentaria -que sí la refleja correctamente- es comparar la CCNA con el gasto que los hogares realizan en la materia (incluyendo bebidas, pero no alcohólicas), como lo hemos realizado Julio Boltvinik y una servidora con anterioridad (ver "La pobreza ignorada. Evolución y características", Papeles de Población, julio-septiembre, núm. 29, Universidad Autónoma del Estado de México, 2001).

 

Con la medida alternativa en 2000, el 64.8 por ciento de los mexicanos presentó pobreza alimentaria, es decir casi el triple de lo reconocido oficialmente. La situación era muy crítica en las zonas rurales (87 por ciento), y en las urbanas no era un problema menor (como parece ser con los datos oficiales), ya que casi 60 por ciento de la población resultó ser pobre por esta dimensión (57.2 por ciento).

 

Por otra parte, la baja observada entre 2000 y 2006 no es tan pronunciada (4.5 y 11.9 por ciento en lo urbano y rural, respectivamente, en lugar de 40 por ciento), y a diferencia de lo que reportan las cifras del Coneval, la pobreza en 2010 es más elevada a nivel nacional que en 2000 (pasa de 64.8 a 68.5 por ciento), debido al crecimiento de este flagelo en el medio urbano, donde afecta a casi dos terceras parte de la población. En lo rural se pierde gran parte de lo ganado y su nivel vuelve a ubicarse por arriba de 80 por ciento (ver gráfica).

 

Más allá de las ridículas cifras oficiales de pobreza y del afán por ocultar las consecuencias de la crisis y de las alzas en los precios de los alimentos, con esta evidencia contribuimos a mostrar que el hambre en México es preocupante.

   

www.aracelidamian.org

 

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