Pobreza en América Latina (El Financiero 26/05/08)

Pobreza en América Latina (El Financiero 26/05/08)

Araceli Damián*

Lunes, 26 de mayo de 2008

De acuerdo con los cálculos de la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), fue hasta hace muy poco que América Latina logró revertir las pérdidas causadas por la crisis de los ochenta en términos de incidencia de la pobreza. Según el organismo, en 2006 el 36.5 por ciento del total de la población era pobre, mientras que en 1980 el porcentaje era de 40.5.

 

Es importante señalar que la pobreza bajó muy rápidamente en los últimos años (con información disponible), ya que todavía en 2003 el porcentaje de pobres era más alto que en 1980 (véase cuadro anexo).

 

Parte de la baja en la pobreza puede explicarse por el reciente y comparativamente alto crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) por habitante en la región (4.2 por ciento anual entre 2003 y 2006, comparado con 1.5 por ciento entre 1990 y 2000).

 

No obstante, los niveles de crecimiento son muy desiguales. Países como Argentina, Brasil, República Dominicana y Venezuela han tenido tasas de más de 8.0 por ciento en los últimos años, mientras que otros como Haití, Nicaragua, El Salvador, Guatemala y Nicaragua han tenido tasas de menos de 1.0 por ciento anual, encontrándose México en la parte baja de tasas de crecimiento (oscilando entre menos 1.0 y 3.7 por ciento entre 2000 y 2006).

 

Sin embargo sorprende que en la áreas urbanas (que generan la mayor parte de la actividad económica) la pobreza seguía siendo más alta en 2006 que en 1980 (31.1 frente a 29.8 por ciento). Esta situación es particularmente grave si consideramos que más de 70 por ciento de la población de América Latina vive en estas zonas y que, por tanto, la mejoría no ha sido generalizada.

 

Aunque según la Cepal la baja de la pobreza ocurrió en el medio rural (aunque afecta todavía a casi 55 por ciento de la población de ese medio), no debemos pasar por alto que el organismo considera líneas de pobreza rural entre 30 y 40 por ciento más bajas que las urbanas, sin que necesariamente se verifique, empíricamente, que la población rural pueda vivir con un ingreso menor.

 

Por otra parte, al menos en el caso de México, esta población tiene una proporción alta de hogares cuyo ingreso depende en gran medida de las remesas, o bien puede que se haya beneficiado de los altos precios de los alimentos.

 

Una situación particularmente extraña de los datos de Cepal es que el ingreso derivado del trabajo (salarios, ganancia e ingreso por cuenta propia) por ocupado se redujo, o se estancó, entre 2000 y 2006, en cinco de los países que registraron bajas en la pobreza, los cuales concentran 72 por ciento de la población de la región (Chile, México, Perú, Brasil y Colombia).

 

Es decir que la baja en la pobreza ocurrida en los últimos años se debió a factores tales como una (posible) reducción en el tamaño del hogar, una mayor tasa de participación económica en los hogares, una creciente migración internacional, etcétera.

 

No hay que perder de vista que estos factores no dependen de la situación económica interna de cada país, y muestra la incapacidad de las políticas económicas actuales para mejorar la situación laboral de los trabajadores. De la misma forma, aunque el envío de remesas puede mejorar la situación económica de los hogares, el costo humano para éstos (ante la separación física de sus integrantes) es muy alto.

 

Estos datos muestran que la promesa hecha por gobiernos y organismos internacionales, de que si la población aceptaba tomar la amarga medicina de las reformas estructurales, en el mediano plazo se lograría una prosperidad generalizada, quedó incumplida.

 

Somos testigos ahora del "milagro" latinoamericano, es decir de la reducción de la pobreza sin aumentar el ingreso de los trabajadores. Al parecer, Foxilandia ha contagiado a la región.

 

Otro de los fenómenos que se observan en lo que va del presente siglo es que la supuesta baja en la pobreza ha "beneficiado" más a los hogares encabezados por hombres (en adelante hogares masculinos).

 

De esta forma tenemos que a finales de los noventa, 72 por ciento de la población latinoamericana vivía en países donde la pobreza era mayor en los hogares masculinos que en los encabezados por mujeres (hogares femeninos). Para 2006, el porcentaje se redujo a 68 (debido a una composición distinta de países con esta situación).

 

Argentina y Chile fueron los países menos favorecidos por esta tendencia. Y aunque no podemos decir que la pobreza en América Latina está feminizada, sí que las recientes tendencias económicas no favorecieron a las mujeres.

 

También tenemos que se avanzó poco en términos de la igualdad de género en el ingreso laboral, ya que entre 2000 y 2006 sólo tres países experimentaron una mejoría en este tipo de igualdad, como resultado de un mayor aumento del ingreso de las mujeres comparado con el del de los hombres. En cambio, en los noventa siete países experimentaron una situación similar.