Critican expertos recaudación en México (Reforma 26/06/17)

Critican expertos recaudación en México (Reforma 26/06/17)

Ignacio Fariza / El País Internacional

Cd. de México (26 junio 2017).-

 

En 1960, el Gobierno de Adolfo López Mateos contrató al economista húngaro-británico Nicholas Kaldor, uno de los más destacados de su tiempo, para que emitiera un veredicto sobre el sistema fiscal mexicano.

 

Sus conclusiones podrían reducirse a cuatro: el sistema tributario era ineficiente, generaba una recaudación baja -lo que limitaba el gasto social-, mantenía muchos subsidios y, en suma, era injusto.

 

Casi seis décadas después, pese a los avances, todos estos problemas, y muy especialmente el último, siguen tan vivos como entonces.

 

México tiene el segundo sistema fiscal de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que menos corrige la desigualdad.

 

Si se compara con otros pares latinoamericanos, su posición también deja mucho que desear: está por debajo de Argentina, Brasil, Chile o Uruguay, todos ellos países equiparables por renta per cápita.

 

"La razón principal es el tamaño del Estado, de los más pequeños de la región", destacó Hugo Beteta, jefe de la CEPAL (el brazo de Naciones Unidas para el desarrollo económico de América Latina) en México.

 

El gasto social argentino o brasileño, sin ir más lejos, es prácticamente el doble que el mexicano.

 

Cuatro multimillonarios mexicanos tienen tanto como el 50 por ciento de la población más pobre del país; el 10 por ciento controla más de las dos terceras partes de la riqueza nacional y el 1 por ciento acumula un tercio del total.

 

Sólo en la última década, en la que la economía ha crecido a un ritmo ligeramente superior al 2 por ciento anual, la riqueza privada mexicana se ha expandido a un ritmo del 8 por ciento.

 

"México es un país con muchos recursos; tiene riqueza de sobra para evitar situaciones de pobreza que hoy se ven. No es presentable", resumió, por su parte, el economista Carlos Tello, ex Secretario de Programación y Presupuesto en el Gobierno del priista José López Portillo.

 

El origen de los problemas está tanto en la situación de partida -una sociedad históricamente acostumbrada a la inequidad- como un gasto público desenfocado, que no promueve la equidad.

 

"Se orienta, en buena medida, a las zonas más desarrolladas del país: educación, salud, infraestructuras () Es muy vieja la tradición de que las áreas de muy alto desarrollo sean también las que más influencia tienen sobre el presupuesto. No hay ninguna política de solidaridad regional, como en la Unión Europea o en Estados Unidos", criticó.

 

A eso hay que sumar una de las presiones fiscales más bajas de América.

 

"Los impuestos son reducidos y la capacidad de evadirlos, elevada, lo que lastra la tan necesaria recaudación fiscal", agregó Tello.

 

La raíz del problema, según Moramay López-Alonso, profesora de Historia Económica de la Universidad de Rice (Houston, Texas), está en la ausencia de una cultura de pago de impuestos.

 

"Es una cuestión de educación. Se ven como una obligación y no como un deber ciudadano. Las clases acomodadas han estado históricamente acostumbradas a las exenciones y mientras no haya ejemplaridad de los más ricos, las clases medias y bajas no van a querer pagar más", explicó.

 

"Se ha estigmatizado lo público y el papel del Estado", complementa Tello, también profesor emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

 

La distorsión fiscal -medida como el desincentivo al trabajo si se suben los impuestos por empleado- es la segunda más baja de toda las economías desarrolladas, lo que sugiere que hay mucho margen para aumentar la carga tributaria.

 

Pero ni siquiera la izquierda, a quien le correspondería elevar la voz sobre la justicia social y la necesidad de generar más recursos fiscales, subrayan López-Alonso y Tello, se ha posicionado nítidamente a favor.

 

La profesora de Rice, no obstante, sí se muestra optimista sobre las generaciones más jóvenes, que sí están desarrollando una idea de responsabilidad, también en el ámbito fiscal.

 

Sobre si es un problema de ingresos o de gastos, Rodolfo de la Torre, director del Programa de Desarrollo Social con Equidad del Centro de Estudios Espinosa Yglesias, responde que es de ambos, pero sobre todo de lo segundo.

 

"En su mayoría, los impuestos sí son progresivos, pero demasiado escasos para financiar el gasto social que sería necesario. Y en el gasto es donde está el mayor problema: está sesgado en contra de la población con menos recursos y beneficia al 20 por ciento de la población más acaudalada, la que menos lo necesita", abunda.

 

Por capítulos, este especialista en desigualdad y desarrollo ve una progresividad aceptable en la educación, sobre todo en la primaria y secundaria.

 

En salud, ésta empieza a difuminarse -el 35 por ciento de los trabajadores, los estrictamente formales, reciben el 55 por ciento de los subsidios públicos; y un grupo selecto de empleados (CFE, Pemex o el Ejército), que sólo representa el 1 por ciento del total, se lleva el 5 por ciento de los subsidios

 

Pero la palma de la regresividad se la llevan las transferencias fiscales.

 

"Salvo en el caso de Prospera (el programa de inclusión social por excelencia en México), tienen la distribución más sesgadas de todas", indica De la Torre.

 

Dos casos destacan por encima del resto: los subsidios al campo, que en buena medida van a parar a los propietarios con más terreno. y los subsidios a la energía eléctrica, que favorecen a quienes más consumen.

 

Aún así, De la Torre y Beteta valoran las correcciones introducidas en el esquema de gasto social, sobre todo en los últimos años.

 

"Por ejemplo, el subsidio a la gasolina -retirado en 2015- tenía efectos muy perniciosos", remarca el primero.

 

"Se ha mejorado en las dos últimas décadas", añade el segundo.

 

La tendencia es claramente hacia el aumento de la progresividad.

 

"Pero todavía hay mucho margen; queda mucho camino por recorrer", coinciden