Crece la precariedad (El Financiero 27/10/08)

Crece la precariedad (El Financiero 27/10/08)

Araceli Damián*

Lunes, 27 de octubre de 2008

Aunque cada día hay un mayor número de evidencias sobre las repercusiones de la crisis mundial en la economía mexicana, el gobierno no hace otra cosa que anunciar futuros apoyos. Tenemos, además, la peligrosa actuación del Banco de México (Banxico), que sigue subastando dólares para detener la devaluación y manteniendo tasas de interés muy altas. Ambas políticas están encaminadas a cumplir con el único mandato del instituto central: controlar la inflación, sin importar que ello frene la economía.

 

Como comentaba en mi anterior colaboración (13/10/08), el incremento de la pobreza es preocupante, ya que sólo considerando el aumento del costo de los comestibles, la pobreza extrema (alimentaria, según el gobierno federal) habría aumentado alrededor de cuatro millones entre 2006 y 2008.

 

En el cuadro anexo podemos ver que, en términos relativos, la pobreza extrema podría haberse elevado de 13.8 a 18 por ciento del total de la población entre agosto 2006 y el mismo mes de 2008.

 

Por otra parte, la pobreza de "patrimonio" podría haber aumentado en siete millones, de 42.6 a 49.2 por ciento de la población.

 

Considerando la tercera línea de pobreza calculada por el Comité Técnico para la Medición de la Pobreza (LP3) -que la administración pasada eliminó-, tenemos que la pobreza habría ascendido de 54.9 a 61.2 por ciento.

 

Como se puede apreciar en el cuadro, el incremento de la pobreza extrema es de casi 6 puntos porcentuales en las zonas rurales y 3 por ciento en las urbanas; sin embargo, en términos relativos el alza en las primeras es de 24 por ciento, mientras que en las segundas es de 41.4.

 

También se observa que los otros niveles de pobreza aumentaron relativamente más en las áreas urbanas. En las crisis económicas de los ochenta y noventa, el mayor avance de la pobreza se presentó en las zonas urbanas debido a que en ellas el ingreso de los hogares depende más de los salarios, además de que la quiebra empresarial se concentra en éstas.

 

Igualmente, en el cuadro podemos ver que el mayor incremento en el nivel de pobreza extrema por tipo de jefatura se habría experimentado en los hogares con jefatura masculina.

 

Si bien en ambos tipos de hogares se presentaba casi el mismo porcentaje de pobreza en 2006 (13.9 en los de jefatura masculina, frente a 13.3 en los de femenina), en 2008 alcanzaría 18.2 por ciento en los hogares encabezados por hombres y 16.7 en los dirigidos por mujeres.

 

Lo anterior se debe a que los hogares con jefatura masculina se encontraban en mayor proporción -que los de jefatura femenina- en la franja de ingresos muy cercana a la pobreza extrema.

 

En el estrato de pobreza de patrimonio, la pobreza se incrementa en casi la misma magnitud en ambos tipos de hogares, mientras que en la pobreza que resulta al utilizar la LP3 del Comité, el alza afecta más a los hogares encabezados por mujeres.

 

El súbito crecimiento de la pobreza extrema en las zonas urbanas es altamente preocupante debido a que son las más desprotegidas por el gobierno federal a través de su programa Oportunidades.

 

Como en las otras crisis sociales, los pobres urbanos se verán abandonados a su suerte, bajo el argumento de que su pobreza no es tan grave como la de las zonas rurales.

 

Sin embargo, las estrategias que alguna vez sirvieron a los pobres urbanos ante las crisis, como el comercio informal, están saturadas y no habrá salida fácil en las actuales circunstancias, por lo que el gobierno tendrá que implantar ayudas directas a los pobres urbanos, si es que le interesa mantener la paz social.

 

Además de crecimiento del desempleo, las cifras de empleo muestran un total estancamiento aun antes de la crisis. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), entre enero y agosto de 2008 el número de trabajadores "cotizantes" al IMSS se había elevado en sólo 130 mil.

 

Mientras, con la caída de los precios del petróleo y la reciente aprobación de la reforma petrolera, los ingresos del gobierno federal se verán seriamente mermados. Con la reforma, los políticos mexicanos y el gobierno han mostrado una vez más su pequeñez ante el capital financiero y los organismos internacionales.