Nuevo "Estado benefactor" (El Financiero 08/06/09)

Nuevo "Estado benefactor" (El Financiero 08/06/09)

Araceli Damián*

Lunes, 8 de junio de 2009

Hay una suerte de sensación en los "mercados" de que la tormenta económica iniciada en diciembre de 2007 se ha disipado. Según datos de la confianza de inversionistas y consumidores en Estados Unidos y Canadá, lo peor de la crisis ha pasado y se prevé que mejorarán sus economías para finales de año.

 

Este optimismo se da a pesar del anuncio de que la tasa de desempleo en EU en mayo fue la más alta de los últimos 26 años. De acuerdo con el Departamento del Trabajo, 9.4 por ciento de los trabajadores está desempleado, lo que representa 14.5 millones de personas. Sin embargo, la cifra también es "alentadora" para los mercados, pues se esperaba una contracción en el empleo mayor a 500 mil puestos y sólo se perdieron 345 mil (El Universal 6/julio/09).

 

Otro motivo de alegría en los mercados fue el rescate de la quebrada General Motors por el gobierno estadounidense. El rescate está condicionado a la reestructuración total de la empresa, cierre de filiales de ventas, cambios en las líneas de producción para fabricar automóviles "más amigables al ambiente", venta de líneas de vehículos pesados, etcétera.

 

El gobierno de Obama no podía darse el lujo de dejar caer por completo a la emblemática empresa, ya que es signo del éxito del sueño americano. Verla desaparecer sería un mal presagio de lo que puede sucederle a ese país en algunas décadas más.

 

Rescatar a la empresa significa salvar miles de empleos, pero sobre todo permite alentar las perspectivas de recuperación mundial. Este rescate viene a sumarse al ya realizado a los bancos de ese país con cargo al erario.

 

México tiene su propia historia de rescates indiscriminados a bancos y empresas poderosas. Tenemos al Fobaproa, las carreteras, los ingenios azucareros, las aerolíneas (que están en el mismo proceso en este momento), etcétera, todo ello también con cargo al erario.

 

Estos rescates muestran que estamos en presencia de una gran transformación del Estado benefactor (EB). Primero retomemos la explicación de cuál era la función de éste cuando se creó.

 

Según el sociólogo Zygmunt Bauman (Trabajo, consumismo y nuevos pobres, Gedisa editorial, 1999), el EB tenía el objetivo de garantizar a toda la población una situación de "bienestar", y esto implicaba algo más que la simple supervivencia: una supervivencia con dignidad, entendida tal como la concibe cada sociedad en nuestra época.

 

Bajo el esquema del EB, una vida "normal" era aquella sostenida por el trabajo. La desocupación se veía como un estado transitorio y los beneficios otorgados por el EB permitirían a sus receptores "comportarse normalmente" hasta que la economía se recuperara y se ampliaran los puestos de trabajo.

 

Para Bauman, la consolidación del EB se logró gracias a una coincidencia entre los representantes del capital, que requerían una fuerza de trabajo bien alimentada, sana y educada, y la presión de los trabajadores organizados que exigían una protección para mitigar las consecuencias negativas de los "caprichosos" ciclos económicos.

 

Sin embargo, la construcción del EB no estaba libre de contradicciones. Para explicar lo anterior, Bauman cita a Claus Offe (uno de los sociólogos políticos marxistas más renombrados), quien asegura que sin los subsidios a vivienda, educación, servicios sanitarios y seguridad social el funcionamiento de una economía industrial sería sencillamente inconcebible.

 

Si bien, el impacto (por el financiamiento del EB) en la acumulación capitalista puede ser destructivo, su abolición sería sencillamente paralizante.

 

Con la revolución tecnológica y la posibilidad del libre movimiento del capital (pero manteniendo a la fuerza de trabajo territorialmente atrapada, ya que no existe libre movimiento de mano de obra internacionalmente) se lograron transformar radicalmente las condiciones que hicieron posible el florecimiento del EB.

 

El aprovechamiento de la "reserva industrial del trabajo" a nivel planetario fue posible. Los capitales iniciaron su migración hacia países en los que se les liberaba de la carga financiera para sostener a los EB, provocando la reducción de los beneficios del EB en los países de origen.

 

La antigua asistencia del EB (suplir de mano de obra calificada y dispuesta a consumir) perdió su importancia para la expansión y seguridad del capital.

 

Bauman afirma: "Los empresarios locales saben demasiado bien que, para seguir siendo prósperos empresarios, deben dejar de ser locales. Y para eso necesitan primeros ministros y cancilleres que actúen como agentes de negocios para presentarlos a las autoridades de los países donde decidan invertir, a fin de ganar su amistad por medio de viajes diplomáticos y, si fuera necesario, para financiar esos viajes."

 

El carácter global de la actual crisis permite asegurar que la "libertad" ganada por el capital no lo exime de los "caprichosos" ciclos económicos y requiere de un EB para su sobrevivencia, pero qué carácter tiene ahora.

 

Por un lado, la existencia de los 14.5 millones de trabajadores desempleados muestra que su función protectora de la mano de obra no ha desaparecido. Sin embargo, si consideramos el monto de recursos gastados por gobiernos en esta crisis, el nuevo carácter del EB es salvar a empresas y empresarios.

 

Es claro, pues, que la función primordial del EB se ha transformado. Ya no se busca garantizar el bienestar del trabajador, sino sólo evitar las protestas sociales, manteniendo al mínimo el nivel de subsistencia de las mayorías. El capital ha logrado trasladar la responsabilidad de sus errores a la sociedad y todos financiaremos su rescate bajo el argumento de que en caso contrario pasaremos más hambre. Este estado de cosas tiene que cambiar.